Finanzas verdes podrían costear los compromisos ambientales de Chile y de las empresas
“Nos fue bien con la emisión que hicimos este año y la idea es insistir en este camino para reflejar el interés en el cambio climático”, afirmó el ministro de Hacienda.
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Desde Madrid
Ayer fue el día de las finanzas verdes en la Cumbre de Cambio Climático (COP25) que se desarrolla en Madrid. Por primera vez, se incorporó una jornada para analizar los avances y prácticas en este ámbito con una delegación de ministros de todo el orbe.
El ministro de Hacienda, Ignacio Briones, líder de la jornada, señaló que la posibilidad de una mirada sistémica sobre el cambio climático necesariamente pasa por Hacienda y Presupuesto. El gobierno emitió un bono verde soberano en junio pasado por US$ 2.400 millones a 50 años y están pensando en realizar una segunda emisión en 2020, recursos que podrían financiar las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero. “Nos fue bien con la emisión que hicimos este año y la idea es insistir en este camino para reflejar el interés en el cambio climático, tratar de desarrollar mercado y demostrar que esto se puede, para que se sumen más países y probablemente después empresas”, dijo a DF.
Respecto del mercado de bonos verdes emitidos por empresas, el titular de Hacienda dijo que es un mercado “no sólo incipiente en Chile, sino que en el mundo es un mercado pequeño. Cuando los mercados no están desarrollados el rol del Estado es importante para señalar el camino”.
Un bono verde opera igual que uno normal. La gran diferencia es que hay que acreditar que los recursos recaudados, ya sea en Chile o el extranjero, se utilicen en proyectos con impacto medioambiental positivos, principalmente que se orienten a adaptación o mitigación de cambio climático.
Respecto de un posible segundo bono emitido por el gobierno chileno, Ricardo Bosshard, director de finanzas verdes de WWF, plantea que Chile debiera replicar el modelo francés, que creó un comité de monitoreo para evaluar el cambio que se genera, y si “efectivamente está ejecutando los temas sociales y ambientales que se establecieron y que marque una diferencia con un bono normal”.
Para WWF las prioridades pasan por la adaptación al cambio climático, en aspectos como sacar a los salmones de los lagos, reforestar con 500.000 árboles nativos en lugar de los 200.000 propuestos por el gobierno en las NDC.
“La demanda aún es baja”
Respecto del bajo desarrollo del mercado de bonos verdes, Iván Yarur, director de de Finanzas y Resiliencia de Aguas Andinas, afirma que las falencias vienen desde dos frentes. Por una parte, a las empresas les falta tener más conciencia de la importancia de tener ciertos estándares medioambientales, y por otro, falta demanda.
“En Europa hay inversionistas que están dispuestos a invertir en fondos especializados en este tipo de instrumentos. Y hay una diferencia en invertir en ellos. Hoy en Chile no existe una adecuada diferenciación respecto de la demanda, no hay gente que pida invertir en bonos verdes, sino que todavía se guían por dónde conviene más invertir”, afirma.
En el caso de Aguas Andinas, emitió el primer bono verde en abril de 2018 en la Bolsa de Santiago. Yarur explica que el objetivo no era buscar una tasa baja, sino actuar en consecuencia con las políticas de la sanitaria. Emitieron 1,5 millones de UF (Unidad de Fomento), explica Yarur.
Este primer bono es parte de una política medioambiental más amplia que busca emitir al menos un bono verde al año en categorías como tratamiento de aguas servidas, infraestructura resiliente y proyectos como la biofactoría, explica el ejecutivo.
El segundo bono verde lo colocó en 2019, y de acuerdo al plan trazado, el próximo año deberían emitir un tercer bono verde en abril, pero no hay nada cerrado aún, precisa.